Me gustaría que ésta fuera una carta de agradecimiento a todas las mujeres, madres, tías, abuelas… a las que están y a las que no, y a las que, aunque no lo sean biológicamente, han ejercido como tal, pero por encima de todo, a las que sufren porque la vida les ha arrebatado a sus hijos demasiado pronto… Estad seguras que no hubieran deseado otra madre que no hubiera sido vosotras.
Y aunque hay momentos en los que los hijos no lo ponemos fácil, vosotras siempre estáis ahí, luchando por nosotros cada día sin esperar nada a cambio, pues a pesar de las discusiones o malentendidos, los sentimientos de amor siempre son más fuertes.
Nos apoyáis en los momentos más duros de nuestras vidas, nos animáis a perseguir nuestros sueños incluso cuando nos rendimos, nos aconsejáis cuando nos encontramos perdidos, nos queréis y reñís a partes iguales, os preocupáis por nuestro bienestar todos los días, perdonáis nuestros errores, nos divertís con historias y juegos para hacernos reír, creéis en nosotros más que nosotros mismos y, sobre todo, nos aceptáis tal y como somos.
Gracias por cuidarnos tanto, darnos cariño y educarnos para ser personas felices y libres.
Por último, me gustaría dedicaros este precioso poema de la Madre Teresa de Calcuta que tan bien resume el universo de vuestras enseñanzas:
ENSEÑARÁS
Enseñarás a volar…pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar…pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir…pero no vivirán tu vida.
Enseñarás a cantar…pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar…pero no pensarán como tú.
Pero sabrás que cada vez que ellos vuelen, sueñen, vivan, canten y piensen…
¡Estará en ellos la semilla del camino enseñado y aprendido!
Madre Teresa de Calcuta
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