Jorge siempre ha sido un chico muy “nervioso” o eso es lo que le han dicho en repetidas ocasiones. Él ha asumido que es así y cuando hace algo que no debe repite la misma frase: «es que yo soy muy nervioso».
Su madre lo define como un chico que «no para quieto en casa, muy alegre, nada vergonzoso y tiene las pilas cargadas todo el día». No ven ningún problema en eso, solamente que agota a la familia y tiene un ritmo muy difícil de seguir.
Aún recuerda la llamada de la profesora de Jorge diciéndole que le gustaría hablar con ella acerca del comportamiento de su hijo en el colegio. Entonces Jorge tenía 8 años.
Cuando hablaron, su madre no se sorprendió, ya que «su hijo era así». Escuchó que su hijo parecía no prestar atención cuando se le hablaba, se despistaba con mucha facilidad, no esperaba a que fuera su turno en las actividades de clase, acudía con los deberes sin terminar, se le olvidaba traer las autorizaciones firmadas, se levantaba continuamente de la silla y hablaba sin parar con los compañeros, sin importarle si la profesora le reñía. Lo que sí le sorprendió, fue escuchar que, posiblemente, su hijo tuviera un trastorno llamado TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad).
¿Cómo era posible que el “nerviosismo” de su hijo tuviera un nombre y además fuera un trastorno?
Tras la recomendación de la profesora, decidieron acudir a un psicólogo. Cuando éste les explicó en qué consistía el misterioso TDAH, todo pareció tener sentido. Entendieron que Jorge no era simplemente un “chico nervioso” que hacía cosas para fastidiar o que le gustara saltarse las normas y sacar de quicio a su madre o la profesora, sino que tenía un problema que él no podía controlar. Solo se encontraba más o menos tranquilo cuando jugaba a algún videojuego que lo estimulara lo suficiente.
Ahí comprendieron que su bajo rendimiento académico, el hecho de que dejara las cosas a medias y el que otros niños no quisieran jugar con él porque no seguía las reglas y fuera demasiado brusco en sus movimientos, no eran cualidades de la personalidad de Jorge, sino de su trastorno.
Con un tratamiento adecuado, Jorge consiguió controlar en gran medida los actos impulsivos. Su familia entendió el problema y aprendieron distintas habilidades para ayudarle en su día a día.
Si te sientes identificad@ con esta historia o alguien cercano a ti tiene este tipo de comportamiento, es posible que sea debido a un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, por lo que, es recomendable acudir a un profesional.
Jorge es el nombre ficticio que protagoniza esta historia basada en muchas historias reales.
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